¿Cómo realizar una correcta restauración ecológica en los Cerros Orientales?
Paula Andrea Acosta, analista de la Dirección de Comunicaciones Universidad Javeriana
Para controlar los incendios que se presentaron se requirió la atención del Cuerpo Oficial de Bomberos y varias unidades de helicópteros que realizaron más de 720 descargas de agua para controlar las llamas. Aunque dichas conflagraciones tuvieron mayor complejidad, no fueron las únicas. En enero se registraron un total de 136 incendios forestales en la capital que crearon una crisis ecológica.
Hoy en la Javeriana consultó a varios expertos de la Pontifica Universidad Javeriana, que acompañan los procesos de la Escuela de Restauración Ecológica –una iniciativa académica que surgió en 2002 gracias al interés de un grupo de investigadores por desarrollar la disciplina de la restauración. Ellos nos explican los procesos en dicho campo, factores a considerar para recuperar los cerros y aspectos sociales, políticos y de planeación territorial que se deben tener en cuenta, con una perspectiva de restauración tradicional.
Manuel Pérez Martínez, director del Departamento de Desarrollo Rural y Regional y profesor titular de la Facultad de Estudios Ambientales y Rurales, compartió su visión desde una perspectiva sociológica: “si se revisa el Plan de Ordenamiento Territorial de Bogotá (POT_2022-2035) no existe una correlación entre riesgo, prevención, mitigación, regeneración y planeación en atención a reducir las probabilidades en la reproducción de incendios forestales. Institucionalmente este tipo de evento, se tratan como un asunto de acción para mitigar su impacto en ecosistemas, el cual para su tratamiento atiende a sus efectos y no a prácticas de previsión técnica”.
El profesor Pérez Martínez señala que si bien el enfoque del manejo de desastres por incendios, según la planeación normativa del Distrito, prioriza la rehabilitación del suelo donde se incluye la implementación de técnicas, como la construcción de terrazas para revegetalizar y estabilizar el suelo, “dista de enfoques de regeneración, en los que se incluyan medidas físicas, químicas o biológicas para corregir problemas específicos como la erosión, la salinización o la pérdida de nutrientes (…) Hay que considerar que el efecto de incendios en áreas forestales toma tiempos largos en su revitalización biológica, por ello debe procurarse la regeneración natural de las áreas quemadas, mediante iniciativas como la eliminación de las plantas invasoras y promover el regreso de la fauna”.
Germán Jiménez, coordinador de la Maestría en Restauración Ecológica, explicó que “en la Restauración Ecológica promovemos un modelo de acción que considera dos dimensiones:
Eso nos lleva a insistir en que en la Restauración Ecológica deben participar activamente las comunidades humanas. Si las comunidades participaran más seríamos más insistentes en adecuados procesos de planeación territorial. Es necesario planear en función de la vocación de nuestros ecosistemas y combinar los escenarios productivos con los de la conservación adecuada de nuestra biodiversidad”.
De 20 a 30 años toma la rehabilitación ecológica de los cerros
En 2015 se presentó por parte del Ministerio de Ambiente el Plan Nacional de Restauración, allí se contemplan tres enfoques de implementación: la restauración ecológica, la rehabilitación y la recuperación, donde se menciona que cada proceso “dependen del tipo de intervención, del nivel de degradación del área y del objetivo de restauración”. Con la particularidad de la emergencia presentada en los cerros a comienzo de este año, se requiere una implementación que tenga como objetivo conservar la biodiversidad de los bosques altoandinos colombianos. Así lo expresó el profesor Germán Jiménez quién además explicó que “en las zonas con mayor estado de degradación, no solo debida a los incendios, sino por la presencia de especies invasoras como pino, eucalipto y retamo, como es el caso de los cerros, debemos empezar por la recuperación de algunos bienes y servicios ecosistémicos. Posiblemente con el tiempo, en unos 20 a 30 años, estaremos llegando a una rehabilitación en los ecosistemas de los cerros orientales”.
La profesora Lilia Roa, del Departamento de Ecología y Territorio, explica que “antes de hablar de restauración ecológica, debemos generar acciones de protección de los recursos que siguen amenazados posterior al incendio, como los suelos que tienen un riesgo de erosión en zonas de alta pendiente, acciones de rescate, locación de fauna y flora. Posterior a esto y con los resultados y el diagnóstico de la evaluación del daño, se podrán tomar acciones encaminadas a favorecer, asistir o acelerar la regeneración natural del sistema, que dependerá mucho de la complejidad del incendio y de la evaluación que determine si hay componentes bióticos que quedaron presentes”.
En un proceso de regeneración vegetal asistida puede ser favorable la traslocación de suelos, que es un proceso mediante el cual se logran enriquecer los suelos afectados con suelos orgánicos o de compostaje del mismo perfil, para así incrementar el crecimiento de materia orgánica que se quemó en el incendio y es la que promueve la fertilidad del suelo.
Lilia Roa indicó que existen otras estrategias de mayor nivel de intervención que se pueden implementar, “como la nucleación, donde se hace una planeación -un ordenamiento- anular no solo la zona incendiada, sino a lo largo de sus alrededores que permita planear núcleos de intervención con la plantación de especies nativas de rápido crecimiento que favorecen una retención de suelo, cobertura vegetal y producción de materia orgánica de buena calidad que es la tarea más importante; recordando que la revegetalización no es un proceso de restauración ecológica en sí”.
Es así como los expertos sugieren realizar un trabajo articulado contando con la participación de todos los actores que conforman el Sistema Nacional Ambiental, SINA, quienes se encarguen de construir un plan de restauración dirigido al seguimiento de la evolución de las franjas afectadas en la ciudad, mediante evaluaciones periódicas que valoren la eficacia de las medidas adoptadas, velen por la recuperación y protección del suelo contra la erosión, la regeneración de la cubierta vegetal y el diseño de protocolos de actuación para la regeneración de los sistemas forestales quemados.
Hoy en la Javeriana consultó a varios expertos de la Pontifica Universidad Javeriana, que acompañan los procesos de la Escuela de Restauración Ecológica –una iniciativa académica que surgió en 2002 gracias al interés de un grupo de investigadores por desarrollar la disciplina de la restauración. Ellos nos explican los procesos en dicho campo, factores a considerar para recuperar los cerros y aspectos sociales, políticos y de planeación territorial que se deben tener en cuenta, con una perspectiva de restauración tradicional.
Manuel Pérez Martínez, director del Departamento de Desarrollo Rural y Regional y profesor titular de la Facultad de Estudios Ambientales y Rurales, compartió su visión desde una perspectiva sociológica: “si se revisa el Plan de Ordenamiento Territorial de Bogotá (POT_2022-2035) no existe una correlación entre riesgo, prevención, mitigación, regeneración y planeación en atención a reducir las probabilidades en la reproducción de incendios forestales. Institucionalmente este tipo de evento, se tratan como un asunto de acción para mitigar su impacto en ecosistemas, el cual para su tratamiento atiende a sus efectos y no a prácticas de previsión técnica”.
El profesor Pérez Martínez señala que si bien el enfoque del manejo de desastres por incendios, según la planeación normativa del Distrito, prioriza la rehabilitación del suelo donde se incluye la implementación de técnicas, como la construcción de terrazas para revegetalizar y estabilizar el suelo, “dista de enfoques de regeneración, en los que se incluyan medidas físicas, químicas o biológicas para corregir problemas específicos como la erosión, la salinización o la pérdida de nutrientes (…) Hay que considerar que el efecto de incendios en áreas forestales toma tiempos largos en su revitalización biológica, por ello debe procurarse la regeneración natural de las áreas quemadas, mediante iniciativas como la eliminación de las plantas invasoras y promover el regreso de la fauna”.
Germán Jiménez, coordinador de la Maestría en Restauración Ecológica, explicó que “en la Restauración Ecológica promovemos un modelo de acción que considera dos dimensiones:
- Una dimensión concerniente a restaurar la biodiversidad y todos sus procesos ecológicos.
- Otra dimensión que va ligada a la anterior, ya que al restaurar recuperamos la oferta de bienes y servicios ecosistémicos que son importantes para las comunidades humanas.
Eso nos lleva a insistir en que en la Restauración Ecológica deben participar activamente las comunidades humanas. Si las comunidades participaran más seríamos más insistentes en adecuados procesos de planeación territorial. Es necesario planear en función de la vocación de nuestros ecosistemas y combinar los escenarios productivos con los de la conservación adecuada de nuestra biodiversidad”.
De 20 a 30 años toma la rehabilitación ecológica de los cerros
En 2015 se presentó por parte del Ministerio de Ambiente el Plan Nacional de Restauración, allí se contemplan tres enfoques de implementación: la restauración ecológica, la rehabilitación y la recuperación, donde se menciona que cada proceso “dependen del tipo de intervención, del nivel de degradación del área y del objetivo de restauración”. Con la particularidad de la emergencia presentada en los cerros a comienzo de este año, se requiere una implementación que tenga como objetivo conservar la biodiversidad de los bosques altoandinos colombianos. Así lo expresó el profesor Germán Jiménez quién además explicó que “en las zonas con mayor estado de degradación, no solo debida a los incendios, sino por la presencia de especies invasoras como pino, eucalipto y retamo, como es el caso de los cerros, debemos empezar por la recuperación de algunos bienes y servicios ecosistémicos. Posiblemente con el tiempo, en unos 20 a 30 años, estaremos llegando a una rehabilitación en los ecosistemas de los cerros orientales”.
La profesora Lilia Roa, del Departamento de Ecología y Territorio, explica que “antes de hablar de restauración ecológica, debemos generar acciones de protección de los recursos que siguen amenazados posterior al incendio, como los suelos que tienen un riesgo de erosión en zonas de alta pendiente, acciones de rescate, locación de fauna y flora. Posterior a esto y con los resultados y el diagnóstico de la evaluación del daño, se podrán tomar acciones encaminadas a favorecer, asistir o acelerar la regeneración natural del sistema, que dependerá mucho de la complejidad del incendio y de la evaluación que determine si hay componentes bióticos que quedaron presentes”.
En un proceso de regeneración vegetal asistida puede ser favorable la traslocación de suelos, que es un proceso mediante el cual se logran enriquecer los suelos afectados con suelos orgánicos o de compostaje del mismo perfil, para así incrementar el crecimiento de materia orgánica que se quemó en el incendio y es la que promueve la fertilidad del suelo.
Lilia Roa indicó que existen otras estrategias de mayor nivel de intervención que se pueden implementar, “como la nucleación, donde se hace una planeación -un ordenamiento- anular no solo la zona incendiada, sino a lo largo de sus alrededores que permita planear núcleos de intervención con la plantación de especies nativas de rápido crecimiento que favorecen una retención de suelo, cobertura vegetal y producción de materia orgánica de buena calidad que es la tarea más importante; recordando que la revegetalización no es un proceso de restauración ecológica en sí”.
Es así como los expertos sugieren realizar un trabajo articulado contando con la participación de todos los actores que conforman el Sistema Nacional Ambiental, SINA, quienes se encarguen de construir un plan de restauración dirigido al seguimiento de la evolución de las franjas afectadas en la ciudad, mediante evaluaciones periódicas que valoren la eficacia de las medidas adoptadas, velen por la recuperación y protección del suelo contra la erosión, la regeneración de la cubierta vegetal y el diseño de protocolos de actuación para la regeneración de los sistemas forestales quemados.