En la actualidad, la economía colombiana enfrenta una situación crítica con la convergencia de dos problemas económicos estructurales: el déficit fiscal y el déficit en la balanza comercial, comúnmente conocidos como déficits gemelos. Esta dualidad implica un debilitamiento en las finanzas públicas y un desajuste en las transacciones económicas internacionales, afectando no solo la capacidad de inversión pública sino también la estabilidad macroeconómica frente a inversionistas y mercados globales.
El problema del déficit fiscal ha cobrado mayor relevancia en Colombia, pues el gasto en burocracia y funcionamiento del gobierno central ha superado consistentemente sus ingresos. Durante el primer semestre del año, la recaudación fiscal alcanzó apenas el 40% de la meta anual establecida en 315,8 billones de pesos, reflejando una capacidad de recaudo insuficiente para sostener las finanzas públicas. En un contexto de menores ingresos, el aumento del gasto plantea un escenario desafiante, en el que la deuda pública se convierte en una herramienta para financiar las obligaciones estatales. Sin embargo, esta opción amenaza la sostenibilidad fiscal y socava la confianza en los compromisos de estabilidad presupuestaria establecidos por la regla fiscal, cuyo límite está en un déficit del 5,3 % del PIB para el año en curso.
A lo largo del 2024 y con proyección hacia el 2025, este fenómeno de déficits gemelos podría intensificarse si el gobierno no consigue implementar medidas correctivas que limiten el aumento de la deuda y mejoren el equilibrio fiscal. En ocasiones anteriores, se ha planteado la posibilidad de flexibilizar la regla fiscal, una medida que, aunque podría aliviar el presupuesto a corto plazo, afectaría la confianza de los mercados internacionales, elevando el riesgo país y, con ello, los costos de la deuda y la inversión extranjera.
Los efectos de los déficits gemelos en Colombia se traducen en una mayor vulnerabilidad económica. La acumulación sostenida de deuda pública y la percepción de riesgo pueden generar un incremento en las tasas de interés, lo que restringiría el crédito interno y aumentaría la devaluación del peso colombiano. Esta depreciación tendría un impacto inflacionario, encareciendo las importaciones y generando una inflación importada que afecta el poder adquisitivo de los hogares colombianos. Esta situación demanda una respuesta fiscal sólida, que permita al país enfrentar posibles choques externos e internos sin comprometer la estabilidad económica. Tal y como lo advirtió la calificadora Fitch Ratings, mejorar el balance fiscal será clave para que Colombia recupere una calificación de inversión más estable, superando la actual BB+, un nivel considerado aún especulativo.
En conclusión, Colombia se encuentra en una encrucijada. La superación del fenómeno de los déficits gemelos dependerá de la capacidad del gobierno para implementar una política fiscal que priorice la reducción de la deuda y un uso eficiente de los recursos públicos. Esta coyuntura debería invitar a los responsables de las políticas económicas a redoblar esfuerzos para fortalecer la confianza en el país y su capacidad para enfrentar los desafíos económicos del presente y el futuro.
El problema del déficit fiscal ha cobrado mayor relevancia en Colombia, pues el gasto en burocracia y funcionamiento del gobierno central ha superado consistentemente sus ingresos. Durante el primer semestre del año, la recaudación fiscal alcanzó apenas el 40% de la meta anual establecida en 315,8 billones de pesos, reflejando una capacidad de recaudo insuficiente para sostener las finanzas públicas. En un contexto de menores ingresos, el aumento del gasto plantea un escenario desafiante, en el que la deuda pública se convierte en una herramienta para financiar las obligaciones estatales. Sin embargo, esta opción amenaza la sostenibilidad fiscal y socava la confianza en los compromisos de estabilidad presupuestaria establecidos por la regla fiscal, cuyo límite está en un déficit del 5,3 % del PIB para el año en curso.
A lo largo del 2024 y con proyección hacia el 2025, este fenómeno de déficits gemelos podría intensificarse si el gobierno no consigue implementar medidas correctivas que limiten el aumento de la deuda y mejoren el equilibrio fiscal. En ocasiones anteriores, se ha planteado la posibilidad de flexibilizar la regla fiscal, una medida que, aunque podría aliviar el presupuesto a corto plazo, afectaría la confianza de los mercados internacionales, elevando el riesgo país y, con ello, los costos de la deuda y la inversión extranjera.
Los efectos de los déficits gemelos en Colombia se traducen en una mayor vulnerabilidad económica. La acumulación sostenida de deuda pública y la percepción de riesgo pueden generar un incremento en las tasas de interés, lo que restringiría el crédito interno y aumentaría la devaluación del peso colombiano. Esta depreciación tendría un impacto inflacionario, encareciendo las importaciones y generando una inflación importada que afecta el poder adquisitivo de los hogares colombianos. Esta situación demanda una respuesta fiscal sólida, que permita al país enfrentar posibles choques externos e internos sin comprometer la estabilidad económica. Tal y como lo advirtió la calificadora Fitch Ratings, mejorar el balance fiscal será clave para que Colombia recupere una calificación de inversión más estable, superando la actual BB+, un nivel considerado aún especulativo.
En conclusión, Colombia se encuentra en una encrucijada. La superación del fenómeno de los déficits gemelos dependerá de la capacidad del gobierno para implementar una política fiscal que priorice la reducción de la deuda y un uso eficiente de los recursos públicos. Esta coyuntura debería invitar a los responsables de las políticas económicas a redoblar esfuerzos para fortalecer la confianza en el país y su capacidad para enfrentar los desafíos económicos del presente y el futuro.
Por Germán Eduardo Rodríguez Díaz, docente Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad de América.