Periodismo de inmersión: así fue la experiencia de un estudiante de la Utadeo
En la mañana fría de ese domingo, a una hora en la que el sol todavía no sale, el día ya prometía más aventuras que las que puede ofrecer un domingo común y corriente. Un grupo de diversos profesionales del periodismo se congregaba en las entradas de la Casa del Periodismo (ubicada en el barrio La Soledad, en Bogotá, y creada entre la Fundación para la Libertad de Prensa – Flip y la ONG Consejo de Redacción) para salir al municipio de Suesca, Cundinamarca. Periodistas, aventureros y miembros de Consejo de Redacción, diferentes entre sí, compartían un algo en común: inmiscuirse adentro de esa Colombia rural, escalando no solo las imponentes formaciones rocosas de Suesca sino también las historias de la gente.
El antes del viaje desde Bogotá hasta uno de los municipios más pintorescos de Cundinamarca fue un preludio lleno de expectativas. Las conversaciones giraban alrededor de experiencias personales en la reporteria, los desafíos que se deben de encarar y de cómo el periodismo puede ser un camino para hacer visibles situaciones que, a simple vista, la sociedad no suele observar. En el primer encuentro directo, Suesca nos recibió con un clima un poco frio pero que fue mitigado con la calidez del equipo y por aquel paisaje que sutilmente pedía ser explorado.
El antes del viaje desde Bogotá hasta uno de los municipios más pintorescos de Cundinamarca fue un preludio lleno de expectativas. Las conversaciones giraban alrededor de experiencias personales en la reporteria, los desafíos que se deben de encarar y de cómo el periodismo puede ser un camino para hacer visibles situaciones que, a simple vista, la sociedad no suele observar. En el primer encuentro directo, Suesca nos recibió con un clima un poco frio pero que fue mitigado con la calidez del equipo y por aquel paisaje que sutilmente pedía ser explorado.
La preparación no fue algo meticuloso, chaquetas ‘‘rompe-vientos’’ y bastones para senderismo fueron parte del uniforme, pero también celulares y cámaras, que se han convertido en las herramientas indispensables para el día a día de cada uno de ellos. Al empezar, el grupo iba acompañado con un guía local experto para, además de tener una experiencia periodística, se pudiera conocer más a fondo acerca del lugar.
El ascenso fue un desafío que puso a prueba la determinación de cada uno de los miembros del equipo. Las manos buscaban agarre entre el follaje endémico y las piernas trataban de estar firmes previniendo cualquier resbalón. El esfuerzo, sin embargo, se veía recompensado con cada metro escalado, exponiendo vistas cada vez más impresionantes de la sabana colombiana.
Pero esta expedición tenía un propósito adicional, de hecho, más trascendente. A medida que se ascendía los farallones de Suesca, se compartía uno de los reportajes más recientes que habla acerca de los bonos de carbono (un sistema que pretende mitigar los efectos de la contaminación causada por los gases efectos invernadero) y de cómo los campesinos habitantes de Bosques de Galicia se quedan sin sus tierras, tan preciadas para ellos como las que teníamos al frente de nosotros.
En un receso, al llegar a la cima, mientras se reponían fuerzas y se admiraba el paisaje, se siguieron compartieron detalles y experiencias de la población afectada en el centro de los Andes colombianos, que desde el siglo pasado ha sido violentada por diferentes agentes y que, a día de hoy, 70 años después, piden reconocimiento de su problemática y una solución que reivindique años de violencia.
El ascenso fue un desafío que puso a prueba la determinación de cada uno de los miembros del equipo. Las manos buscaban agarre entre el follaje endémico y las piernas trataban de estar firmes previniendo cualquier resbalón. El esfuerzo, sin embargo, se veía recompensado con cada metro escalado, exponiendo vistas cada vez más impresionantes de la sabana colombiana.
Pero esta expedición tenía un propósito adicional, de hecho, más trascendente. A medida que se ascendía los farallones de Suesca, se compartía uno de los reportajes más recientes que habla acerca de los bonos de carbono (un sistema que pretende mitigar los efectos de la contaminación causada por los gases efectos invernadero) y de cómo los campesinos habitantes de Bosques de Galicia se quedan sin sus tierras, tan preciadas para ellos como las que teníamos al frente de nosotros.
En un receso, al llegar a la cima, mientras se reponían fuerzas y se admiraba el paisaje, se siguieron compartieron detalles y experiencias de la población afectada en el centro de los Andes colombianos, que desde el siglo pasado ha sido violentada por diferentes agentes y que, a día de hoy, 70 años después, piden reconocimiento de su problemática y una solución que reivindique años de violencia.
El descenso fue un momento para reflexionar. Mientras se bajaba por el camino entre la naturaleza, se charlaba sobre las impresiones del día, sobre cómo cada relato había dejado una huella en quienes los escucharon. La escalada había sido físicamente demandante para algunos, pero sin duda, era el peso de la narrativa lo que genuinamente movía a reflexión.
Al despedirse, en la cara de cada uno de los miembros del equipo se podía observar que, fácilmente, cada uno llevaría consigo un pedacito de la experiencia en los farallones de Suesca, no solo en sus cámaras o celulares, sino grabado en el corazón y su mente. La vivencia había sido un testimonio del poder de las historias ocultas al ojo público para ensamblar, ilustrar y cambiar percepciones. Y tal como el vehículo iba de regreso a esa Bogotá rutinaria de lunes, dejando atrás los farallones bañados por la luz de la tarde andina, quedaba la promesa de volver, de seguir explorando y contando las historias de aquellos cuyas voces merecen ser escuchadas.
Esta es la investigación periodística que hizo el medio Rutas del conflicto sobre cómo, una fundación oscura, en asocio con la universidad pública del Tolima, registran ventas multimillonarias de bonos de carbono a cambio de la pretendida preservación que ellos hacen de un parque regional y bosques aledaños en el sur de Tolima. Campesinos vecinos de esos territorios, por tres generaciones, que son supuestos beneficiarios del proyecto, se enteraron de éste tardíamente y por casualidad.
Al despedirse, en la cara de cada uno de los miembros del equipo se podía observar que, fácilmente, cada uno llevaría consigo un pedacito de la experiencia en los farallones de Suesca, no solo en sus cámaras o celulares, sino grabado en el corazón y su mente. La vivencia había sido un testimonio del poder de las historias ocultas al ojo público para ensamblar, ilustrar y cambiar percepciones. Y tal como el vehículo iba de regreso a esa Bogotá rutinaria de lunes, dejando atrás los farallones bañados por la luz de la tarde andina, quedaba la promesa de volver, de seguir explorando y contando las historias de aquellos cuyas voces merecen ser escuchadas.
Esta es la investigación periodística que hizo el medio Rutas del conflicto sobre cómo, una fundación oscura, en asocio con la universidad pública del Tolima, registran ventas multimillonarias de bonos de carbono a cambio de la pretendida preservación que ellos hacen de un parque regional y bosques aledaños en el sur de Tolima. Campesinos vecinos de esos territorios, por tres generaciones, que son supuestos beneficiarios del proyecto, se enteraron de éste tardíamente y por casualidad.
Fuente Informativa: Universidad Jorge Tadeo Lozano
https://www.utadeo.edu.co/es/noticia/recomendados/home/1/periodismo-de-inmersion-asi-fue-la-experiencia-de-un-estudiante-de-la-utadeo
https://www.utadeo.edu.co/es/noticia/recomendados/home/1/periodismo-de-inmersion-asi-fue-la-experiencia-de-un-estudiante-de-la-utadeo